Berko Shemets

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“Es entonces cuando Berko abre su portezuela y despliega su mole ancestral de oso en medio de la calle. Su perfil es regio, digno de una moneda o de la ladera esculpida de una montaña. Y en la mano derecha lleva el martillo más asombroso que probablemente nunca verá ningún judío o gentil. Se trata de una réplica del que se dice que blandió el jefe indio Katlian durante la guerra ruso-tlingit de 1804, que perdieron los rusos. Berko se lo fabricó para intimidar a los yids cuando tenía trece años y acababa de llegar a su laberinto, y desde entonces nunca ha fallado en su propósito, razón por la cual Berko lo lleva en el asiento trasero del coche de Landsman. La cabeza del martillo es un bloque de dieciséis kilos de hierro de meteorito que Hertz Shemets desenterró en una vieja excavación rusa cerca de Yakovy. El mango está hecho de un bate de béisbol de un kilo y cuarto labrado con un cuchillo de caza Sears. Por todo el mango se retuercen cuervos negros y monstruos marinos rojos entrelazados, con sonrisas que dejan al descubierto sus enormes dentaduras. Su pigmentación gastó catorce rotuladores Flair. De una correa de cuero situada en la parte superior del mango cuelgan un par de plumas de cuervo. Puede que este detalle no sea históricamente preciso, pero ejerce un efecto salvaje en la mente yiddish, a la que le dice: “Indianer”.

La palabra pasa de mano en mano por los tenderetes y las tiendas. Los judíos de Stika casi nunca ven indios ni hablan con ellos, salvo en los juzgados federales o en los pequeños pueblos judíos que hay a lo largo de la Línea Divisoria. A estos verbovers les hace falta muy poca imaginación para representarse a Berko y su martillo enfrascados en el desparrame al por mayor de las cavidades craneales de sus caras pálidas. Luego reparan en el yarmulke de Berko, y en un revoloteo de flecos blancos y finos del chal de oración ritual que lleva en la cintura, y de pronto toda la xenofobia atolondrada abandona de forma palpable a la multitud, dejando tras de sí un residuo de vértigo racista. Así son las cosas para Berko Shemets en el distrito de Stika cada vez que saca el martillo y se pone indio. Cincuenta años de películas sobre cabelleras arrancadas, flechas silbantes y carromatos en llamas han surtido efecto en las mentes de la gente. Y luego la pura incongruencia hace el resto.”

Michael Chabon, El sindicato de policía yiddish.

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